ESPAÑA, EL PRIMER PAÍS EN USAR GAS VENENOSO EN LA POBLACIÓN CIVIL. Michael Mansilla


 05.09.2023

España nunca quiso aceptar el papel histórico se ser la peor potencia colonial de la historia moderna. Habiendo perdido sus grandes ultimas colonias en 1898 se aferró a sus posiciones africanas, sobre todo al “Protectorado del Norte de Marruecos”, un territorio de tribus bereberes feroces, donde desesperados utilizaron gas sarín y iperita luego, convirtiéndose en el primer país en gasear a una población civil.

España nunca quiso aceptar el papel histórico se ser la peor potencia colonial de la historia moderna. Habiendo perdido sus grandes ultimas colonias-Cuba, Filipinas y Puerto Rico en 1898, se aferró a sus posiciones africanas. Guinea Española, el desértico Sahara Occidental, Sidi Ifni y el "Protectorado del Norte de Marruecos", un territorio de tribus bereberes feroces, donde su ejército perdió más de 15.000 hombres. Desesperados utilizaron gas sarín y pt luego, convirtiéndose en el primer país en gasear a una población civil.

Los protectorados de Marruecos.

Pese a que Marruecos actualmente cuenta con soberanía propia y con su rey,  Mohamed VI, no siempre fue así. De hecho, durante el siglo pasado, y fruto de la colonización europea en Asia y África, la gran mayoría de países que actualmente cuentan con una independencia casi total, aunque en algunos casos han desarrollado grandes lazos en términos sociales e incluso políticos, hace apenas 70 años eran, prácticamente en su totalidad, colonias de los imperios europeos.

Uno de estos casos fue el de Marruecos, cuya soberanía no fue totalmente usurpada por su colonia, que desde 1912, en base al Tratado de Fez, recayó en manos de Francia y España. Pero como se ha citado, no se trataba de una colonia al uso, sino que adquirió la categoría de Protectorado. Es decir, que el país colonizador tenía parte de la soberanía, pero de manera parcial.

Aunque Marrueco entra en la órbita de "país árabe", en la realidad su población es mayoritariamente Bereber y es la lengua materna de la mayoría de la población, especialmente fuera de las ciudades.

Protectorado español de Marruecos

De esta forma, el territorio marroquí estuvo dominada por Francia y España durante casi la mitad del siglo XX. Se estableció que el Protectorado francés comprendiese el territorio entre Fez y Rabat hacia el sur, llegando a Mogador y por el este hasta la cordillera del Atlas.

La zona norte, según lo acordado en el Tratado, pasó a poder de España, instaurándose el Protectorado español de Marruecos, lo que se entendió como un 'subarrendamiento' del protectorado francés. Incluía las regiones del Rif y Yebala, limítrofes con Ceuta y Melilla (españolas), junto a la zona de Tánger. Limitaba con el Protectorado francés tanto al sur como al este

Independencia

Debido al enclave geoestratégico tan importante que representa Marruecos, siempre ha sido anhelo de numerosas potencias (puerta de Europa y conexión directa entre África y Europa, además del control del Estrecho de Gibraltar). Y pese a este período de dominio europeo en tierras marroquíes y con el exilio de Mohamed V, padre del actual rey, el 11 de enero de 1944 (día nacional de Marruecos) tendría lugar la firma del Manifiesto de Independencia, firmado por 67 líderes nacionalistas.

Aunque EEUU y la URSS dieron constancia de la firma, estando presentes en el momento, apenas un mes después el país comenzaría a experimentar una gran inestabilidad, con encarcelamientos y exilios de altos mandatarios.

Finalmente, la independencia era inevitable, de modo que el 18 de noviembre de 1955, Mohamed V regresó a su país y la Independencia se materializó totalmente, aunque hasta el 2 de marzo y 7 de abril de 1956, España y Francia, respectivamente, no abandonaron definitivamente el Protectorado.

El Protectorado de Marruecos ha ocupado un lugar secundario en la memoria histórica de los españoles. Generalmente vinculado a derrotas militares, como las del Barranco del Toro (1909) y Annual (1921), y a alguna victoria, como la de Alhucemas (1925), la historia del Protectorado (1912-1958) ha solido aparecer en las narrativas españolas cuando lo ocurrido en África ha tenido un impacto directo en la Península Ibérica.

En segundo lugar, el uso de gas mostaza contra la población civil en los años 20 del siglo pasado fue un acto de guerra ilegal, contrario a convenios internacionales de los cuales España era signataria, por lo que los gobiernos hispanos intentaron mantenerlo oculto.

El gran público desconoce el uso de armas químicas en la Guerra de África, aunque los historiadores hayan tratado de incluir el tema en curricula de la enseñanza, han fracasado.

 

 

Estos historiadores coinciden en que lo que llevó a los españoles a decantarse por la utilización de armas químicas fue una mezcla de deseo de venganza contra los rifeños, en particular tras el Desastre de Annual, y de pragmatismo militar, ya que el uso de gases tóxicos permitía disminuir el número de soldados propios implicados en el conflicto y, por lo tanto, la cantidad de bajas.

Aunque se cree que España fue el primer país en utilizar armas químicas contra la población civil, es difícil decirlo de un modo categórico. Los británicos fueron acusados de usar gases tóxicos contra la población rebelde en Mesopotamia (hoy Irak) en 1920, pero parece que por cuestiones técnicas no pudieron hacerlo. Se envenenaron ellos mismos mientras manipulaban las bombas.

La guerra de África

La Guerra del Rif tuvo su origen en la expansión colonial europea en el norte de África a principios del siglo XX. Los tratados de Algeciras (1906) y Fez (1912) crearon un protectorado español y otro francés en el norte de Marruecos. Las tensiones con las tribus rifeñas fueron constantes en el protectorado español desde el principio y el ejército se vio obligado a mandar un número importante de soldados de reemplazo a África.

En España la guerra se volvió muy pronto profundamente impopular, en particular entre las clases bajas que no podían pagar para librarse del servicio militar. En julio de 1909 una movilización de tropas decretada por el gobierno de Antonio Maura dio lugar a virulentas protestas en Madrid y Barcelona, que desembocaron en la Semana Trágica en la capital catalana.

En los años sucesivos, los enfrentamientos y escaramuzas entre españoles y rifeños fueron constantes. En 1921, la rebelión de las cabilas rifeñas se extendió por la mayoría del protectorado español. En julio de ese año, un intento de ampliar el dominio territorial del protectorado liderado por el general Manuel Fernández Silvestre acabó con una sonada derrota, la muerte de unos 8 000 españoles y una profunda crisis política en la Península Ibérica.

La decisión de utilizar armas químicas en el conflicto se tomó a finales de 1921, tras el desastre de Annual. En un principio, España tenía un problema fundamental, ya que, al no haber participado en la I Guerra Mundial, carecía de un arsenal de gases tóxicos. Sin embargo, los españoles aprendieron rápido y, en junio de 1922, la Comandancia General de Melilla ya había instalado un taller para producir "proyectiles de gases" para cañones con los que se bombardeaba al enemigo desde posiciones terrestres.

En octubre de ese año, el rey Alfonso XIII auspició una comisión en la que se propuso que la aviación utilizara armas químicas. Pocos meses más tarde, los pilotos españoles comenzaron a bombardear a los rifeños con gas mostaza. En un principio las acciones de la aviación española no fueron muy numerosas. La fuerza aérea no tenía muchos aviones y las bombas escaseaban.

Dictadura militar.

Pero las cosas cambiaron considerablemente con la llegada al poder del dictador Miguel Primo de Rivera en septiembre de 1923, quien dio una importancia especial a la utilización de armas químicas. En pocos meses, la Dictadura incrementó de un modo notable el número de bombardeos aéreos. En 1924, según recogía un informe de subsecretario del Ministerio de la Guerra, las factorías armamentísticas "se pusieron en régimen de trabajo día y noche", llegando a producir "350 bombas diarias" en la Fábrica de Artillería de Sevilla.

Se incrementó, así, el uso de gases tóxicos, en particular iperita, y bombas incendiarias. A principios de 1924 llegaron a Melilla técnicos alemanes para ayudar en la fabricación de armamento químico. A finales de 1924, España comenzó la producción sistemática de bombas de iperita para la aviación.

Aunque no fue la primera ni la única, una fábrica importante fue la de La Marañosa, a las afueras de Madrid. Destacó en la producción de gases tóxicos por parte de ingenieros alemanes durante la dictadura de Primo de Rivera. Luego, durante la Segunda Guerra Mundial, las autoridades franquistas permitieron a los técnicos nazis que reconstruyeran la fábrica para suministrar armas al Ejército alemán.

El uso de armas químicas cobró más relevancia en los años 1924 y 1925 al replegarse las tropas españolas en un espacio relativamente pequeño del Protectorado. La denominada Línea Estella dejó en manos de los rifeños tres cuartas partes del territorio español, lo que permitió al Ejército primorriverista utilizar gas mostaza en amplios sectores controlados por los rebeldes.

Los aviadores españoles bombardearon poblados y zocos, ya fuera el día de mercado o la víspera, de manera que, dada la persistencia de la iperita, el lugar quedaba contaminado durante dos o tres semanas.

El uso sistemático de iperita, que provoca quemaduras en la piel, inflamación de los ojos, ceguera, vómitos y, por supuesto, asfixia, contra la población no combatiente nos muestra la poca consideración que tenían Primo de Rivera y sus oficiales por los civiles rifeños.

Deshumanización y brutalidad

Como en tantos otros casos de colonialismo europeo a principios del siglo XX, muchos españoles consideraron a la población colonizada como unos animales bárbaros e incivilizados, que no alcanzaban la categoría de seres humanos. Este proceso de deshumanización fue fundamental para poder gasear a mujeres y niños sin que, según los datos, se produjeran protestas significativas entre la oficialidad española.

Los rifeños por su parte respondieron con un alto nivel de brutalidad. Los prisioneros españoles fueron, a menudo, utilizados como escudos humanos ante los bombardeos de la aviación colonial. Tampoco faltaron las decapitaciones de pilotos españoles capturados por las tropas de Abd-el-Krim -el cabecilla de la resistencia contra las administraciones coloniales de España y de Francia durante la guerra-. Este tipo de actuaciones, sumadas a la fama de traidoras que atesoraban las tribus rifeñas, intensificaron la idea del marroquí como salvaje que tenía que ser civilizado por el colonizador europeo.

El empleo de gases tóxicos comenzó a reducirse tras el éxito español en el desembarco de Alhucemas en septiembre de 1925. A medida que las tropas españolas fueron recuperando territorio, la utilización de las armas químicas se hizo menos práctica debido, precisamente, a la contaminación que producían en el terreno bombardeado.

El fin de la guerra en julio de 1927 supuso el abandono de la utilización de los gases. Atrás quedaban miles de rifeños y españoles muertos y miles de marroquíes con quemaduras, ceguera y enfermedades respiratorias. Atrás quedó, además, el recuerdo de una guerra salvaje, en más de un aspecto, que vino a forjar una parte fundamental de la historia de España en el siglo XX.

 

Michael Mansilla


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