BURNOUT PARENTAL, LA DIFÍCIL DECISIÓN DE TENER HIJOS Michael Mansilla


 El progresivo descenso de la natalidad en el mundo va acompañado de un sentimiento bastante generalizado de que cada vez es más difícil criar y educar a los hijos. Europeos, Pacifico Oriental, y algunos países Latinoamericanos comparten el problema de una baja natalidad o una ultra baja natalidad con un aumento de la longevidad. Los gobiernos tienen que hacer frente a elevados costos en las jubilaciones y salud de la tercera edad, con una base menor de aportantes. Incluye Uruguay.

Un estudio realizado en la población de la Unión Europea indica que 8 de cada 10 madres y padres se sienten en mayor o menor medida culpables por no dedicar a sus hijos el tiempo que consideran que deberían, lo que comporta malestar emocional y, en los casos más extremos, sintomatología de estar quemados o burnout (agotamiento físico y mental, trastornos del sueño, nerviosismo...). El 72% sufre estrés laboral, el 46% reconoce que afecta a su vida familiar y a la relación con sus hijos, y su principal preocupación como padres es equilibrar el tiempo que dedican a trabajar y a atender a los niños.

Los padres de los millenials quieren un grado de perfección, marcado por las imágenes idílicas creciendo en la televisión y en las redes sociales, que no es fácil de conseguir. Empeñarse en ser padres perfectos termina debilitando su resistencia, provocando cuadros de estrés, cansancio físico y mental que, agravados por un exceso de intensidad laboral, pueden convertirse en un problema que llegue a afectar a la relación con sus hijos. Puede  llegar a ser agotador.

Otro reciente estudio realizado en Estados Unidos a finales del año 2022 indica que dos terceras partes de los progenitores preguntados sienten que el ejercicio de las funciones parentales es más arduo de lo que esperaban. La sensación de dificultad corresponde a las madres, debido a que, a pesar de los avances hacia la coparentalidad, todavía son ellas quienes asumen más responsabilidades en la crianza de los hijos.

Aunque comparar la maternidad y la paternidad en diferentes épocas históricas es un ejercicio complejo, y admitiendo la gran diversidad en el ejercicio de la crianza y la parentalidad según el país, la cultura o los niveles socioeconómicos de las familias, estos datos apuntan a una tendencia en los países desarrollados o postindustriales.

Más conciencia, más miedos.

La pandemia de covid-19 ha aumentado la ansiedad y el estrés de los niños y adolescentes y de sus progenitores; pero algunos problemas ya existían anteriormente: el mencionado estudio estadounidense señala también la salud mental infantil y el acoso escolar como las dos principales preocupaciones de los progenitores, seguidas del miedo a que los hijos sufran daño físico o lleguen a tener problemas con las drogas o el alcohol.

Podemos interpretar estos datos como un reflejo de una toma de conciencia social acerca de temas que en décadas anteriores recibían menor atención, como es el caso claro del acoso y de la salud mental, en sentido amplio, incorporando también las dificultades y trastornos del neurodesarrollo y el aprendizaje.

Una mayor toma de conciencia es necesaria y clave para detectar y atender las dificultades, pero también va acompañada de un incremento de la preocupación de los progenitores por prevenir dichos problemas, controlar los factores que pueden originarlos, identificarlos en caso de que se produzcan y atenderlos debidamente buscando y proporcionando las ayudas necesarias.

Más expectativas, más impotencia.

Por lo que respecta a las expectativas con respecto a los hijos, el estudio señala como prioridades, por este orden, que los hijos lleguen a ser económicamente independientes, tengan empleos que les satisfagan, realicen una carrera universitaria, se casen y tengan hijos.

A medida que las sociedades han ido alcanzando un mayor bienestar, han ido cambiando algunas de estas expectativas. Las generaciones anteriores del siglo XX esperaban que sus hijos fuesen económicamente independientes, se casasen y tuviesen descendencia, pero la expectativa de satisfacción en el empleo era menos importante.

Las expectativas han cambiado.

Además, en las últimas décadas las expectativas con respecto al nivel de estudios de los hijos se han ido incrementando en todas las clases sociales.

Por una parte, el acceso a mayores niveles educativos es una consecuencia positiva del desarrollo económico y social. Por otra, las sociedades postindustriales requieren cada vez más de una mejor cualificación para la integración social y laboral de sus miembros. Aparece, además, el deseo de que el ejercicio de la profesión sea algo satisfactorio y que contribuya al desarrollo personal.

En siglo XXI primero esta una buena educación, si es posible un colegio privado, estudios universitarios hasta el posgrado, hijos fuesen económicamente independientes y con empleos satisfactorios. Eso reduce la expectativa a un hijo o 2 en una clase media acomodada. Un dato curioso en las regiones mencionados es que la clase económica menos favorecidos bajo el índice de natalidad. No quieren niños que repitan su ciclo de vida.

Los centros urbanos no son amigables con los niños.

Educar y apoyar a los hijos en el alcance de estas metas no se percibe como algo fácil en la sociedad actual, en la que las eventuales crisis económicas, y ahora también sanitarias, generan en la población una percepción general de inestabilidad.

Hay cosas que han cambiado desde el siglo 20. La "Barra" con la que salíamos en bicicleta por el barrio o más allá. Hoy se da poco. La calle se ha vuelto un lograr peligroso. A los chicos les roban la bicicleta, el celular y las zapatillas. Pueden agredirlo. O lo más temible de secuestro de menores. Por ejemplo, tengo 2 hermanos con niñas pequeñas. Uno de ellos en EE.UU. Si las hijas van a la plaza van acompañadas y vigiladas. Los mismo en Uruguay, si van a la plaza o patinar, prepara el mate y a la plaza o la rambla. A la escuela van y vienen en la kombi o las acompaña el padre o la madre. Solas nunca.

¿Más difícil que qué?

Tras este breve análisis de las principales preocupaciones de los progenitores y de sus expectativas con respecto a los hijos, ¿podemos afirmar que hoy día es más difícil que antes ser madre o padre? Podríamos decir que lo que en realidad ha cambiado es el sentido del término "difícil".

Para los sectores más desfavorecidos de las generaciones anteriores lo realmente difícil era proporcionar alimento a los descendientes y mantenerlos a salvo de infecciones y enfermedades comunes que hoy no constituyen un problema. A buen seguro que esos retos supusieron para las madres y los padres un gran esfuerzo acompañado en muchos casos de niveles altos de malestar emocional, que no eran generalmente identificados ni atendidos por la sociedad.

Para la mayoría de la población actual, en nuestro contexto de referencia, las dificultades son otras, las vinculadas al cumplimiento de las expectativas de la sociedad del bienestar: estudios, satisfacción personal, bienestar físico y emocional...

Por otra parte, proporcionar a los hijos buenos servicios educativos, sanitarios, de ocio o de apoyo al aprendizaje requiere una mayor inversión económica y una mayor dedicación al trabajo remunerado.

Más autoexigencia.

Los progenitores son conscientes de la importancia de la educación para el logro de los objetivos de desarrollo personal e integración social. Las investigaciones sobre el desarrollo infantil, la escuela y los medios de comunicación han contribuido a transmitir la importancia de la educación en los primeros años de vida y, muy especialmente, de la educación familiar y de la colaboración entre los distintos agentes educativos, especialmente maestros y progenitores.

Existe una clara conciencia de que el futuro de los niños puede verse muy favorecido por la cantidad y calidad de las experiencias positivas o entorpecido por las negativas.

Las décadas de los 1990 y 2000 han visto el surgimiento de un modelo de "parentalidad intensiva": los progenitores dedican más tiempo y dinero a la crianza y la educación de sus hijos que las generaciones anteriores, especialmente en las clases medias.

Por una parte, los progenitores son conscientes de la importancia de jugar con sus hijos, de interactuar con ellos, de realizar actividades juntos (dibujar, jugar, mirar cuentos...), de hablarles, de comunicarse. Las generaciones anteriores dedicaban claramente menos tiempo al juego ya la interacción directa con los niños. Pero sobre todo que tengan contacto con otros niños por fuera del ámbito escolar.

Un reajuste necesario.

¿Qué podemos hacer como sociedad ante esta tendencia? En primer lugar, reajustar las ideas acerca de lo que los niños realmente necesitan como madres y padres.

Si bien las experiencias positivas o negativas tienen una repercusión importante, los niños son altamente resilientes y menos frágiles de lo que tendemos a pensar. No necesitan madres y padres perfectos; hasta cierto punto, pueden encajar ciertas contradicciones y frustraciones propias de la vida cotidiana. Las frustraciones forman parte de la vida y los más pequeños deben aprender a afrontarlas. Aprender a tolerar la frustración es clave para el desarrollo socioemocional.

Tampoco necesita a los adultos el 100 % de su tiempo. Si les damos oportunidad, aprenden a disfrutar por sí mismos de sus juegos, encuentran sus propias distracciones, viven sus fantasías...Pero sobre todo socializar con otros niños, más allá del ámbito escolar de la escuela. Tampoco no nos debe asustar que experimenten momentos de aburrimiento.

Acompañamiento y apoyo social

Por otra parte, sería importante crear servicios públicos de apoyo y asesoramiento para la crianza dirigidos a las familias, prácticamente inexistentes en la actualidad, además de mantener y elevar la calidad de los servicios públicos en general (educativos, sanitarios, sociales...).

En definitiva, apoyar a niños y jóvenes en su desarrollo personal e integración activa en las sociedades complejas es una tarea colectiva en la que las madres y los padres podrían sentirse acompañados en el ejercicio de su importante papel.

Consecuencias.

Una tasa de natalidad baja puede tener implicaciones significativas para la economía, el sistema de salud y la estructura social de un país.

Las razones de la baja tasa de natalidad de Japón son complejas y multifacéticas. Las razones son los postulados que vimos anteriormente. Japón (1,34) y el énfasis cultural en el avance profesional sobre la vida familiar también han influido.

Corea del Sur es otro país con una baja tasa de natalidad. La tasa de natalidad en Corea del Sur actualmente es de 0,84 nacimientos por mujer. Esta baja tasa de natalidad se debe en parte al énfasis del país en la educación y el avance profesional, lo que puede dificultar que muchas parejas encuentren el tiempo y los recursos para formar una familia. Además, la falta de acceso a la vivienda tanto en Japón como Corea es un factor preponderante.

Países con menor tasa de crecimiento.

-Cuba 1,40

-Finlandia 1,46.

Uruguay 1,48 hijos por mujer en estado fértil.

Argentina/Tasa de fecundidad.1.91 hijos por mujer (2020)

Rusia 1,50 nacimientos y una densidad (est.), densidad de 8,42 hab./km², casi todos en la Rusia Europea. Su población paso de 160 millones cuando se creó la Federación Rusa en 1991 hoy hay 140 millones de rusos.

China. La imposición del hijo único tuvo sus efectos. "Los pequeños emperadores" 1 hijo por mujer, tuvo su respuesta. Ahora los adultos "pequeños emperadores" solo planifican 1 hijo o ninguno, anteponiendo el desarrollo profesional. El Índice de Fecundidad (número medio de hijos por mujer) es de 1,28. La adopción por extranjeros de niños chinos se vuelto muy burocrática. El estado se ha hecho cargo; Convertir a los antes "no deseados" huérfanos en los futuros lideres de la revolución: Educación y seguridad de la cuna hasta que se reciban sus títulos universitarios, y su registro en el PCCh.

-Estados Unidos 1,64 

-Japón 1,34

-Lituania. Un país ubicado en el norte de Europa y que tuvo grandes avances en los últimos años, aunque una de las consecuencias es la disminución de la tasa de natalidad, que alcanza actualmente 1.29 niños por mujer en edad de concebir.

- Montserrat, Isla. La pequeña isla protectorado del Reino Unido y que se encuentra en pleno Mar Caribe, tiene un serio problema de recambio generacional, ya que la tasa de fertilidad es de 1,29 hijos por mujer.

. Bosnia Herzegovina. Esta unión de pequeños países, que pasó por una terrible guerra en los años noventa, con una gran cantidad de muertos, tiene una preocupante baja tasa de natalidad: 1.26 bebes por mujer fértil, lo que es preocupante por la gran cantidad de personas fallecidas durante el conflicto bélico.

- Islas Vírgenes Británicas. Por cada mujer fértil, allí nacen 1.25 bebés por mujer. - Hong Kong 1,17 -La isla de Taiwán, también tiene una baja tasa de natalidad, 1,11 niños por mujer fértil, siendo.

# 3 Macao 0.93 hijos por cada mujer fértil

. #2 Corea del Sur 0,84.

Uno de los países más prósperos de Asia y de alto crecimiento, posee una baja tasa de natalidad, de apenas 0,84 por mujer.

#1 Singapur. En promedio, una mujer fértil de Singapur tiene 0.8 hijos, lo que significa que parte importante de la población definitiva decidió renunciar a la maternidad.

El planeta tierra llego a 8.000. millones de habitantes. Los científicos están casi seguros no llegaremos a 9.000 millones. El cambio climático nos dejará a la suerte si ese año se producirá los alimentos -cereales, sojas, arroz-necesario. El avance de la tecnología nos dejara con menos oportunidades laborales.

 

Michael Mansilla

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Foto: M.M.

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias


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